domingo, 19 de mayo de 2024

ABBA y Eurovisión

 

 

 

   Hace cincuenta años el grupo sueco ABBA ganó el certamen de la canción de Eurovisión con una canción titulada “Waterloo” y recuerdo que yo lo vi en el cuarto de estar de mi casa en un aparato de televisión en blanco y negro. Por entonces era bastante común escuchar a grupos de melenudos, así los llamaban los mayores, cantando en inglés, en “guachiguachi” decían con desprecio los adultos, porque desde los Beatles el panorama musical había cambiado mucho, aunque en España todavía triunfaran Antonio Machín, Lola Flores y Marisol. Lo no previsible, al menos en nuestro país, era que, en un festival que hasta entonces se había caracterizado por las victorias mayoritarias de las baladas cantadas en francés y en la más tradicional línea de la “chanson”, triunfara una canción pop, desenfadada, cantada en inglés por un grupo escandinavo con ropajes que recordaban al movimiento hippy. Como por aquel entonces las canciones representantes de las diferentes televisiones nacionales eran desconocidas para el gran público hasta el día en que se interpretaban en riguroso directo y con orquesta ante las cámaras, fue toda una sorpresa, máxime porque ni entendíamos la letra, ni por qué aquellos nórdicos se habían ganado el favor de los jurados. El representante español, el catalán Peret, se quedó en el décimo lugar de diecisiete posibles con una canción con un título tan nítido como plano para un país que suspiraba por cambios políticos y sociales que finiquitaran una dictadura interminable: “Canta y sé feliz”.

   Como contraste, como sabría años más tarde cuando fui capaz de traducir la letra de la canción ganadora, “Waterloo” no era un tema sobre un hecho histórico como parecía indicar el título, sino uno de amor en el que se reconocía la derrota ante una pasión que no puede ser refrenada ni ocultada. Las alusiones metafóricas a Napoleón y a una de las batallas más importantes en la historia de Europa aportan un toque poético que mejora en gran medida una letra intrascendente y llena de rimas fáciles. Claro que la letra de la canción de Peret era mucho peor y, si no, sirva para muestra este borrón: “Si al sol no puedes tumbarte/Y en paz tomar una copa/Decir que estás en Europa/No sirve de ná”. Estábamos todavía a doce años de ser admitidos en la Unión Europea y a muchos más de dejar nuestro complejo de españoles bajitos, morenos y con poco poder adquisitivo.

   El éxito del grupo ABBA en Eurovisión se vio respaldado poco después con una carrera meteórica llena de éxitos. Ninguno de los ganadores anteriores o posteriores han logrado el reconocimiento ni la influencia que el cuarteto sueco consiguió desde su fundación en 1972 hasta su separación en 1982. Que ésta no fue definitiva para alivio de sus seguidores, se demostró con la publicación del disco “Voyage” en 2021 y el reenganche del grupo a las giras mundiales con un show de avatares; además, su influencia había seguido viva en la memoria de varias generaciones gracias al éxito mundial del musical “¡Mamma mía!” desde 1999 y de las dos películas que serían su secuela en 2008 y 2018. Y no olvidemos que Eurovisión, el festival de los festivales por antonomasia, ha tenido ganadores de la talla de Sandie Shaw, Céline Dion y Katrina & The Waves, por citar sólo a algunos de ellos, y que la ganadora de 2023, Loreen, lo hizo con una canción que en más de una nota suena demasiado ABBA para no ser un homenaje que roza, si no lo es, el plagio.

   Cincuenta años después del triunfo de “Waterloo” en Brighton el festival de Eurovisión se celebra en Malmoe (Suecia), lo que se podría entender, bondadosamente, como una feliz coincidencia, o tal vez, maliciosamente, como una programada conmemoración del éxito del propio certamen para darse pisto a la par que reconocer el inmenso favor que les hizo ABBA con su memorable canción en un mundo que por entonces aún no estaba globalizado.

   En 2024 las cosas han cambiado mucho y, como es normal, la música también. Basta con hacer una enumeración cronológica para darnos cuenta de que en cincuenta años hemos ido del pop y el rock progresivo al reguetón, pasando por el heavy metal, el punk, la música disco, el acid house, el tecno, el indie, el grunge, el hip hop, y muchos otros movimientos tan efímeros en muchos casos como sus intérpretes. En Eurovisión también ha cambiado mucho el concepto del propio festival: se prima el espectáculo sobre el sonido, para lo que se ha suprimido la música en directo y sólo se ha dejado la voz, aunque se admiten coros pregrabados, y se ha democratizado tanto la participación (que ronda los cuarenta países en dos semifinales y los veinticinco de la final) como la decisión sobre el ganador (que eligen al cincuenta por ciento, o eso dicen, el voto del jurado profesional y el del público de todo el mundo). Por otra parte, nadie espera ya que el triunfador del certamen se convierta en una supermegaestrella del mundo de la canción; se da por hecho que la mayoría de los países se presenta con una propuesta que busca sorprender y recabar unos votos inmediatos, pero también que, terminado el festival, la mayoría de los participantes pasaran al olvido o, como mucho, al recuerdo en su país de origen en su calidad de eurovisivos, de lo que tal vez puedan vivir el resto de su existencia.

   Así las cosas, yo no sé quién ganará Eurovisión este año cuando escribo estas líneas, aunque estoy seguro de que no será la música, porque ni está ni se la espera. Eso sí, el homenaje a ABBA no puede llegar en un momento más oportuno y gracias a ello podremos reflexionar sobre lo que fue este festival y lo que ahora es. O como diría la letra ganadora de 1974 (y el que lo quiera entender que lo haga): “Siento que gano cuando pierdo”.

9 comentarios:

  1. Bonita reflexión 😊

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  2. Muy buena reflexión y comparativa sobre el festival de Eurovisión.
    En años venideros no creo que tenga mucha audiencia por su pésima calidad.
    Ánimo al autor a seguir escribiendo.
    Mis felicitaciones.

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  3. Yo también recuerdo el triunfo de ABBA, sentada en el sofá, con la familia. Entonces Eurovisión era un acontecimiento. Pero de eso ya hace mucho tiempo. Muchos lo ignoramos actualmente, porque, llevas razón, a la música no se la espera. ABBA aún sigue emocionando, pero a los actuales no se les recuerda de un año para otro. No entiendo qué criterios utilizan para dar el voto.

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  4. Eurovision no es ya ni la sombra de lo que era.Y lo que menos se premia es la voz.Me horrorizaba la propuesta Española de este año, pero las de otros paises ni te cuento.Como ha decaido.

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  5. Querido Jesús, qué bonita reflexión literaria (tan tuya) de tánto bodrio y tánta mentira. Como ya casi nada es verdad más que que tenemos que vivir en un continuo enfrentamiento, en una permanente crispación, en pura trampa política, este festival se ha convertido en una herramienta más en manos de los mal llamados políticos, para sus distintas "promociones", sin negar desde luego que con un apoyo impresionante de eso que ellos llaman diversidad, orgullo, etc, mientras cada vez se ven más perseguidos todos. Pero bueno, parecen no darse cuenta y a vivir que son dos días…. Y el que no tenga para comer pués que cante, qué ya es, sabido: Quien canta (o lo que sea esto)… Aunque aquí no estemos espantando ningún mal sino muy al contrario.
    Qué nostalgia aquel "Waterloo" y mis 50 años menos!!
    Por cierto, dentro de toda esta basura mediatica , en qué gabinete o similares se habrán inventado esta "Zorra" de España y para qué?

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  6. Cinta. Pues a mi la música de Abba, tanto entonces como ahora, me pareció una música llena de gracia, con un ritmo que te hacía bailar y cuánto lo hice en muchas discotecas españolas y francesas. Nada que ver con la deriva que que han ido sufriendo todos los festivales que vinieron después. Siempre que la oigo, me recuerda ese tiempo donde el futuro se abría con otras luces a los que salimos, entonces, fuera de este país, por entonces aún en una dictadura que se prolongaba, y que nos hacía imaginar otro futuro más luminoso. Gracias por tu análisis musical y por esa traducción, de alguna manera, opuesta, a la energía que irradiaba du melodía. Un abrazo.

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  7. Cada día todo se va al traste y da vergüenza ajena lo que allí se representa.
    No se que buscan en esos festivales
    Eso no es música ni nada.
    Muy acertada tu reflexión
    Un abrazo

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  8. Desde hace muchísimos años, no sigo el Festival de Eurovisión porque, entre otras cosas, me parece una auténtica horterada. Cuando era niña y adolescente sí lo veía, junto con mi familia, porque en esos años la tele se veia asi, todos reunidos alrederor del aparato. No saliamos tanto y.como solo había una cadena, todos veiamos lo mismo. Me sorprende que en una sociedad tan avanzada como la actual haya jovenes a los que este Festival les guste. Pero parece ser que si. Esta claro que vamos para atrás.
    Concha

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  9. En este circo que nos invade, todo parece surrealista, es como vivir en un mundo de ficción en el que cada uno de nosotros tenemos unas gafas distintas para "ver" la ¿realidad? en lo que se refiere al festival (carnaval) de Eurovisión, creo que tiene poca relación con la música, por otra parte, yo preguntaría: ¿Qué entendemos por sociedad avanzada ? . Si seguimos utilizando más el cerebro reptiliano que el racional, ¿en donde está el avance? No será que utilizamos las mismas palabras pero desde distintos conceptos? No lo se...
    Si alguien me puede aclarar algo, se lo agradecería, sigo envidiando tu narrativa Jesús . Un abrazo, Chelo.

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