Termina un año anómalo, en el que todos hemos tenido que adaptarnos en mayor o menor medida a un mundo más hostil de lo habitual. La pandemia causada por el nuevo coronavirus, a quien se bautizó con el nombre de Covid19, nos ha obligado no solo a cambiar de hábitos, sino también a aislarnos de los demás, en un intento de salvar nuestras vidas y las de los otros. Sin embargo, hemos podido constatar que el miedo a un desplome económico de gran magnitud ha llevado a los gobiernos de los países del primer mundo, China por supuesto aparte, a apostar por un difícil equilibrio entre el derecho a la salud y el mantenimiento del sistema productivo, de tal modo que, como diría santa Teresa, hemos vivido sin vivir en nosotros y, a la vez, hemos asumido como sociedad riesgos de forma irresponsable, menospreciando las consecuencias. Ahora, al culminar este 2020, vemos venir la tercera oleada de contagios mientras muchos están celebrando una Navidad que tal vez no ha debido ser tan parecida a la de años anteriores.
Como muchos otros, yo he optado por una cuarentena (la palabra del año) preventiva desde el mes de febrero y he limitado mis salidas al exterior a unos pocos paseos por zonas amplias y bien ventiladas, y las imprescindibles visitas a la farmacia. Para las demás adquisiciones he elegido la compra a distancia, y las tecnologías para el contacto con los demás. Ha sido un año sin reuniones con familiares y amigos, sin conciertos, sin teatro, sin viajes por España y por el extranjero, en el que el cine, la lectura y la música han venido al rescate de las horas de ocio que antes se dedicaban al contacto directo con seres queridos y a conocer mundo. He tenido la fortuna, en el fondo es una suerte, de poder recuperar del pasado algunas películas que en su momento no pude ver o que me pasaron inadvertidas y también de disfrutar de alguna actual de las que se estrenan directamente en las plataformas audiovisuales. Aquí selecciono las diez que más me han interesado de todas las que he podido disfrutar en la placidez del hogar y os recomiendo que las veáis si, como yo, aún no lo habéis hecho:
-“Nunca pasa nada” de Juan Antonio Bardem (1963), todo un clásico que nos muestra a las claras cómo era la tediosa vida de la España de provincias en la grisura de los casi veinticinco años de paz;
- “El crack Dos” de José Luis Garci (1981), segunda entrega de las tres dedicadas al detective Germán Areta y que es hoy por hoy un ejercicio de lucidez, no digamos ya si la valoramos en la fecha en que se rodó;
-“Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)” de Alejandro G. Iñarritu (2014), una maravilla creativa en la que el teatro y el cine, la realidad y la ficción, se entreveran de tal modo que uno quisiera no salir jamás de sus límites;
-“Predestination” de Spierig Brothers (2014), película australiana de ciencia ficción en la que los viajes por el tiempo del protagonista sumergen al espectador en un complejo e inquietante rompecabezas;
-“El Gran Hotel Budapest” de Wes Anderson (2014), deliciosa comedia en la que se recrea la atmósfera elegante de los grandes hoteles de principios del siglo XX a la par que se advierte la llegada de un nuevo orden, asentado en el fascismo, que cambiará la historia para el mal de la mayoría;
-“La llegada” de Denis Villeneuve (2016), una maravilla de la ciencia ficción que explora cómo podría ser el primer encuentro entre la humanidad y una civilización extraterrestre y que apuesta por la filología y por la cooperación para la supervivencia de las especies;
-“Mi obra maestra” de Gastón Duprat (2018), película argentina, intepretada por dos actores magníficos (Luis Brandoni y Guillermo Francella), que destaca por su imprevisible guión y porque nos cuenta la historia, un tanto alocada y original, de una gran amistad;
-“La gran mentira” de Bill Condon (2019), una comedia norteamericana con Ian Mckellen y Helen Mirren, que bien puede representar en esta lista el cine más comercial, el que llega fácilmente a las grandes pantallas y obtiene pingües beneficios gracias a guiones eficaces y sólidos;
-“Oda a Joy” de Jason Winer (2019), una simpática comedia norteamericana que, al margen de prototipos atractivos y normativos, tiene como protagonista a un antihéroe, un joven con una peculiar discapacidad que convierte su existencia en un gran problema, pero que con alegría y determinación puede afrontar dignamente;
-“Historias lamentables” de Javier Fesser (2020), comedia española recientemente estrenada que recuerda en muchos aspectos narrativos y de guion a la magnífica “Relatos salvajes” de Damián Szifrón y que, aunque desigual en sus cuatro historias principales, se culmina con un relato trepidante y una coda perfecta.
Con la esperanza de que en el 2021 podamos recuperar los espacios públicos para asistir a conciertos, películas y representaciones teatrales sin riesgo alguno para la salud, aprovecho la ocasión para enviaros mis mejores deseos y desearos mucha mucha serenidad.