miércoles, 19 de octubre de 2022

Equipos

 

   ¿Saben ese que dice que van dos españoles peregrinando a Roma y, por no soportarse más de diez minutos y aguantarse las jetas, uno primero se va a Constantinopla y el otro se desvía a El Cairo? Seguramente de esas divergencias patrias viene el refrán de que “todos los caminos conducen a Roma” y, si no es así, debería serlo por el procedimiento experimental de observación analítica y su conclusión en resultados objetivos. Porque mis compatriotas y yo mismo, hasta donde mi recuerdo alcanza, siempre hemos ido por libre, cada uno a su aire, desparejados, sin intención de hacer granero alguno y mejor solos que mal acompañados, como puede percibir cualquier oriental que nos visite. Y eso que desde los púlpitos eclesiales, las tarimas académicas y las agrupaciones cuarteleras de todo tipo, nos han instruido, mal (que todo hay que decirlo), en la necesidad de trabajar codo con codo, todos a una (pero no como los de Fuenteovejuna), remando en la misma dirección como los galeotes, apretadas la filas y los ojos puestos únicamente en el horizonte o en el futuro. La evidencia de que la formación en un espíritu nacional único no ha funcionado nunca es manifiesta en el individualismo egoísta y narcisista que todos y cada uno de los habitantes de la vieja piel de toro (sin Portugal, claro) hemos desarrollado como uno de nuestros atributos más destacados.

   Desde hace años se ha tratado de combatir esa deficiencia desde la formación, sobre todo la empresarial y la universitaria (Bolonia dixit), intentando implantar en nuestra programación neuronal y en nuestros hábitos el trabajo en equipo, no diría yo que con mucho éxito, porque la mayoría de nuestros compatriotas admira todavía más a un famoso que al Centro Superior de Investigaciones Científicas, al ladrón y evasor de impuestos más que a la Hacienda Pública, y a un influencer o un youtuber más que al Instituto Cervantes. Debe de ser que ha calado más en nosotros aquello de que todo estadounidense, cualquiera que sea su origen, raza o religión, puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos de América y nos hemos deslumbrado con las luces de Hollywood hasta el punto de habernos quedado cegados por la ilusión y la quimera. Porque, admitámoslo, seguimos siendo diferentes y ante el desastre, lejos de trabajar en común, recurrimos como picarillos y picaruelos al clásico sálvese quien pueda.

   Es emocionante que, pese a un defecto tan serio de base, sin embargo, los españoles, bien dirigidos, en este caso por un italiano brillante y muy muy elegante, podamos habernos convertido este verano, una vez más, ¡qué éxito y qué alegría la nuestra!, en campeones de Europa de baloncesto. La gesta ha llenado los periódicos de una noticia por fin buena y las caras de los locutores de televisión nos han sonreído como nunca al anunciar la maravilla de la resurrección del orgullo patrio cuando todo parecía condenado, si no a un fracaso, sí a una época de transición para formar de nuevo un equipo de garantías. Y nos han sermoneado, arengado, animado, incitado, empujado…, para que reconozcamos las virtudes del trabajo en equipo, capaz de hacer que un grupo de semi desconocidos se convierta en una familia bien avenida que lo puede lograr todo. No es poco mérito, aunque no sean públicos ni los bonus ni las primas que cada jugador recibirá por el éxito, pero seguro que no serán menos de los doscientos mil euros que recibieron por el campeonato de 2015. ¡Qué contentos estamos, claro que unos más que otros!

   El europeo de baloncesto, con sus cruces de cuartos, semifinales y partido final doblegando a la siempre aleve Francia, que estaba llena de figuras pero no fue capaz de jugar como nosotros, en comandita, ha servido de contraste con la España real, en la que nuestros dirigentes llevan años sin ponerse de acuerdo y son capaces de paralizar el funcionamiento constitucional de los órganos de justicia porque todos y cada uno de ellos defienden los intereses de sus benefactores, clientes y allegados, por encima del bien común y el interés social. Al contrario que en el deporte, los diferentes bandos o las distintas bandas, según se prefiera el masculino o el femenino, que el castellano es muy rico y los políticos parecen muy necesitados de capital, se han encastillado detrás de sus líneas rojas y de sus ventajas adquiridas, dejando claro que los equipos están muy bien para hacer patria pero no los quieren en absoluto para construir una nación fuerte. Y así se establece la paradoja más amarga, que unos tiran para Constantinopla y otros para El Cairo mientras un delegado europeo les trata de dirigir a Roma y ellos se hacen los locos. O los individualistas. O no hacen nada.

10 comentarios:

  1. Esta visión pesimista debería ser cambiada para motivar a los españolitos de a pie. Si todos pensamos así como vamos a cambiar. Perdóname las faltas ortográficas porque tengo dificultades al escribir. Ya está bien de destacar solo lo negativo, y no las muchas cosas positivas que tenemos. Y si en España también se puede llegar a presidente siendo cualquier cosa, ejemplo el que tenemos ahora. O el que tuvimos antes. No sé comentar con el mismo nivel lingüístico que el suyo, y me gustaría. Muchas gracias porque le leo siempre.

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    1. Otro ejemplo que para mí tiene menos de intelectual que el presidente de ahora es el anterior, que por tener poco no ha tenido ni vergüenza al ser uno más de los llamados mete manos en las arcas del estado, con lo cual debemos hacer otro tipo de balances si no queremos recibir verdades como puños, así que si el artículo lo ve negativo, imagínese cómo veo yo personalmente el que usted aporta.

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  2. Cuanta razón tienes... En este país nuestro, en vez de ir a una, cada uno de los 17 reinos de taifas, quiere ser el primero y colgarse más 🥉 que ninguno, no importa lo que haya que hacer o decir, lo importante es destacar de los demás. Bravo como siempre

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  3. Cómo siempre lo dejas todo bastante claro, aunque me niego a creer que nadie tenga una visión objetiva, o al menos dudosa de lo que es el ser humano. Creo que todos tenemos un rinconcito en el alma de bondad, aunque en momentos adversos seamos capaces de las mayores atrocidades. Hecha está observación por mi parte, es un retrato de la sociedad actual, aunque tengo la leve sospecha de que no sólo es aquí, si así fuese estaría localizado el problema, creo que es algo universal, no se salva ni el apuntador.Algunas personas conscientes tienen la suerte? de saber que están manipuladas, y aún así siguen dejándose llevar por la corriente, es más cómodo.Un abrazo Jesús! Quién supiera expresarse así, te tengo envidia... ! Y lo sabes! Chelo.

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  4. Interesante y necesario que una vez más se nos haga pensar en la necesidad de un enfoque Unido, para afrontar tanto la vida nacional interna, como la SOBERANÍA de cara al exterior. A mi lo que me ha llamado más la atención en este asunto, ha sido la opinión de un Doctor exiliado. Dice César Vidal, caballero doctorado en cuatro de las cinco carreras en que es licenciado, que a él le cautiva más la perspectiva REFORMADA de la sociedad estadounidense, que siempre ha confiado más en , de ahí , que allí exista una sociedad civil dispuesta y atenta a sus necesidades y catástrofes , a diferencia del hispano católico, más proclive a la espera indefinida de que aparezca un ' mesías'. Y con todo, me pregunto: 'que en realidad no acabo de averiguar si el asunto lo induce o lo deduce de la Biblia, ya que, siempre veo que tal lectura aporta pinceladas y enfoques en ambos puntos. Por un lado, son muchos los personajes que la Biblia describe como tipos o figuras del
    Mesías, y por otro, el mensaje de los diversos profetas de todo tiempo, hace hincapié multitud de veces en la pregunta, <¿Acaso no veis tal o cual asunto? < Sois tercos, no hacéis el bien, depositáis indebidamente vuestra confianza en guías ciegos>
    . En fin, gracias por hacernos reflexionar. MariaC.

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  5. Sin entrar en profundidades de tu expléndida y certera reflexión, a mí desde que tengo uso de razón (nací en el 53 y comencé a trabajar a los 14 años) me ha extrañado enormemente la medalla de "solidarios" con la que los políticos nos pelotean. Y eso que en mis años jóvenes, en los que muchas cosas eran peores, consideró que la solidaridad del pueblo era mayor. La envidia, ese pecado capital que tanto nos afecta era la misma (parece que va en él ADN de la piel de toro. .. sin Portugal), pero se notaba menos.
    En fin, por no seguir, resulta que somos los campeones de vacunación COVID según los políticos patrios…. Pero ya no lo dicen, claro. Ahora tienen delante las cifras tras tres años de pandemia y "los recuerdos". Nos hacían héroes por aplaudir a los sanitarios, ahora hay que mirar en qué parte del cuerpo nos dan patadas a los sanitarios y a los usuarios. Y si es lo del Constitucional que decías en octubre, mira comó termina el año.
    Ellos sí forman equipo en general… para algo que a nosotros nos hace perder. Es una opinión.
    Un abrazo.

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