Quién fuera la interesada aún lo ignoramos, no por negligencia, que en absoluto se nos puede acusar de tal vicio a quienes ponemos esfuerzos ímprobos en estudiar su volumen lúbrico y su fisonomía (la cara redonda, los ojos sin cejas, la sonrisa entre enigmática y estólida…), sino por la intención del artista, que magistralmente usó los pinceles con la determinación de no dar pábulo a las voces del escándalo, que retratar al amante del Papa y que no se sepa es casi un imposible en Roma. Encubrió al pecador y solamente nos dejó las manchas.
Nada más secreto que lo que está a la vista de todos. Un besazo, Jesús, me encanta todo lo que dices con tan pocas palabras.
ResponderEliminarEs la subjetividad del arte, de ahí su riqueza a distintas interpretaciones, decir sin mojarse. ! Muy bueno Jesús ( como siempre) un abrazo. Chelo
ResponderEliminarCorto pero brillante. Enhorabuena Jesús.
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