Para impresionarla, la emplazo en un restaurante de varios tenedores y acudo con un traje alquilado elegido por mi madre. Tengo treinta y cinco años, estoy casi en mi peso y todavía no me he quedado calvo totalmente. Si no resulto imponente, aún doy el pego, sobre todo si mi partenaire es miope y se presenta sin gafas por coquetería. Durante la espera pido una copa de vino tinto y trato de aparentar empaque.
Cuando llega, es como la imaginaba: mediana edad, sonrisa encantadora, curvilínea… Le doy la mano, coge mi currículum vitae y me dice que ya me llamarán.
Pero bueno, jajaja que era una cita amorosa o de trabajo ....??
ResponderEliminarEsta genial pero quedo con esa duda ;)
Me encanta 😍... Real como la absurda vida que nos ha tocado vivir.
ResponderEliminarMe encanta 😍... Un "fist date" laboral, pero que, por desgracia, es lo que está ocurriendo en esta absurda sociedad en la que lo importante es el postureo y la imagen, lo demás son complementos... Y para ejemplo, tenemos a nuestros políticos.
ResponderEliminarVaya plancha, para morirse que ridiculo
ResponderEliminarExcelente, Jesús, en pocas palabras has resumido el bochorno al que nos enfrenta esta sociedad de imagen y de insatisfacción ante las esperanzas frustradas por la realidad.
ResponderEliminarCita a ciegas laboral... muy bueno y atinado. Por desgracia, nuestra imágen es algo demasiado importante en una entrevista de trabajo... sobre todo si es en una empresa privada.
ResponderEliminar