lunes, 1 de julio de 2019

Los ojos del pescador



El ayer son las tardes de impreciso color sepia.
Bajo su cielo nostálgico,
los erales pastando por el pazo,
el aroma agreste de la hierba fresca,
y su madre, sobre todo la madre,
envuelta en el turbión de masa y leche.
El ayer es tierra adentro,
fuga hacia lo alto.

Hoy la quimera viste un traje azul marítimo.
Entre sus pliegues, los bancos de jureles
esperan su sentencia en nasas ambiciosas
y el océano huele a lonja,
al salario en forma de sal,
con su tiranía de vidas y muertes ahogadas.
Hoy esperan unos ojos de mujer morena
en la ventana encendida de un puerto.
  
Mañana cerrarán sus ojos verdes en lo oscuro.
Llevará prendido el perfume esenciado de la madre,
el ámbar sensual de la mujer del puerto,
y en las retinas, el perfil perla de los acantilados,
el grito corrosivo de las gaviotas,
el oleaje sembrado de ondinas y sirenas,
y el amor del fuego, que curó las heridas
y le hizo padre, abuelo luego.
Mañana el mar, con su perfume de sales
y vidrieras, embalsamará las redes de su corazón,
y atará el amor de sus puntos cardinales
al vaivén pleno del agua en la marea.

                                                                              

3 comentarios:

  1. ¡Qué ganas de reecontrar ese mar que describes,oliendo a lonja!
    Bello,como siempre,Jesús. Menos mal que nos queda la poesía en estos tiempos desesperanzados.

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  2. El frescor, de nuevo, de la poesía de Jesús
    El perfume del mar
    El sabor de la muerte

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  3. Un mundo de sensaciones e inmensidad el agua, profundidad, madre naturaleza

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