domingo, 30 de diciembre de 2018

Carmen



Cipreses, nardos, un estallido de jazmines,
acarician tus manos de verde
primavera. La fuente de la risa
huye, sin prisas, a los pies de las estatuas.
Se reflejan en el estanque azul
de hondos pensamientos, ángeles de piedra,
madres de leche y mármol, una angustia
de tiempos y de muertes. Se escinden mis ojos
en vega y en ciudad, en el desamor de lo perdido,
en fugas de canciones. Todo, dicen, se pasa.
También el amor sin fruto, sus flores
pasionales. Y yo me angustio, bajo las hojas
de la retama en el aroma de los limones,
en el descenso de cantos hacia la triste baranda,
donde ciego de amor
me encontrará el alba.

Del libro "Los útiles del alquimista" (2010)


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