viernes, 14 de agosto de 2015

Fujiyamasplit




-Los occidentales sois ingenuos- me había espetado la japonesa, mientras se subía los trousers como un estibador.
Pero sus provocaciones no le servirían.
“No es tan adolescente como quiere aparentar, casi no tiene mofletes”.
Convertir su ausencia de carrillos en words fue el impulso que necesitaba para abandonar el postre.
Balanceé las piernas, me impulsé con el coxis y me curvé en un estadio olímpico. My last train. Un golpe contra el suelo, varios aplausos furiosos.
“Estoy lejanísimamente, en la región del ajenjo”, me dije para animarme.
But la nipona tarareó la melodía. Llovían dollars americanos.