jueves, 18 de junio de 2015

La cultura


 Hay días en que uno no gana para disgustos. Se levanta tan contento de la cama, aun habiendo dormido mal, enciende la radio y a partir de ahí todo son malas noticias: que si a fulanita le han imputado por un caso de corrupción, que si no habrá acuerdo para la constitución del nuevo gobierno de la comunidad porque muchos vienen del equipo anterior y están más pringados que el pañal de un bebé, que si van a subir otra vez los precios de la luz, que si los jóvenes siguen abandonando España a la busca de un trabajo digno en cualquier otro lugar del mundo… Lo primero, claro, es calcular cuánta merma supone al raído subsidio de jubilación la nueva tarifa energética y decidir qué lujo, si es que me queda alguno, puedo dejar para no tener que vivir a oscuras, como dicen que subsisten miles de familias en Grecia y algunas aquí mismo. Al no poder prescindir sin serios peligros para mi salud de ninguno de los medicamentos que se llevan una buena parte de mi peculio, esta vez será el café, uno de mis últimos amigos, el que más me anima, el que caerá en esta batalla contra la miseria. Tantos años trabajando de sol a sol para levantar el país y ahora me toca luchar contra las aves de rapiña que, poco a poco y sin guerra civil, están asolando la patria y destruyendo cínicamente a sus habitantes. Me siento víctima de una guerra subrepticia que el gobierno, claro, siempre negará.

Por la tarde y para olvidar, me voy un rato al casino. No tengo la cabeza ya para jugar al dominó, por lo que me siento un rato a ver cómo se desenvuelven otros y la cara que se les queda cuando no pueden endosar el seis doble. Estoy a gusto porque, afortunadamente, ya no se puede fumar en la sala de juegos y gracias a esa ley el casino poco a poco ha dejado de oler a humedad y a humo rancio. El que quiera fumar, puede salirse un rato a la calle y darle allí al vicio, que hace falta ser idiota, me digo, para quemarse la salud mientras el gobierno saquea las carteras de los enganchados a la nicotina. ¡Vaya ruina de droga legal! En el casino se está bien: en invierno tienen una buena calefacción, organizan charlas y hasta nos dan algunos regalos promocionales. El año pasado, sin ir más lejos, hubo un mes en que nos llevamos a casa maquinillas de afeitar, pañales, desodorantes, latas de fabada de las de abrir y calentar, y hasta participaciones de lotería por asistir a una charla sobre la Thermomix. No nos tocó ni el reintegro, pero esa semana tuvimos al menos una ilusión.
Con el tiempo y la costumbre, es la verdad, me he hecho un especialista en muestras gratuitas y regalos promocionales. Se ahorra mucho dinero con un poco de imaginación y algo de jeta. Lo mejor es lo de asistir a las inauguraciones de exposiciones: quedo con un par de viudas que no se pierden ninguna y, juntos los tres, como si fuéramos expertos compradores, nos presentamos en la muestra con la mejor de las devociones; con una actitud casi mística, ensalzamos los cuadros, que casi siempre son de manchurrones de lo más colorido o de paisajes cursis, caballos de color canela y mujeres desnudas que no se sabe hacia dónde miran. Nosotros, en cambio, no le quitamos ojo al catering y generalmente nos vamos a casa cenados y satisfechos. Alguna vez hasta dando algún traspiés por causa del tinto.
Esta tarde, en el casino, hacia las siete, se presenta un libro de poesía que ha publicado la concejala de asuntos sociales. Creo que viene acompañada del editor, con el que algunos dicen que tiene un lío, y del presidente de la asociación de escritores del municipio, con el que se rumorea que también tiene un affaire. Oficiará de maestro de ceremonias el presidente del casino, a la sazón también ex marido de la poetisa. Me han dicho que son poemas de amor la mar de irreales, llenos de amor puro y limpios de polvo y paja, que no tienen nada que ver con el mundo que sufro a diario y que está lleno de traiciones, facturas y embargos. Pero al final, me animo, me voy a dar un homenaje de tortilla de patatas y canapés de jamón. ¡Viva la cultura!

2 comentarios:

  1. Actual ,fresco y lleno de ironía,sospecho que actos y asistentes de ese tipo,son la mayoría...

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  2. Bonito, animoso y verdadero, si hablamos de jubilación

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