martes, 26 de noviembre de 2013

Otro Gijón

   "Otro Gijón" es el título del microrrelato que presenté al XXVII Concurso Literario del Ayuntamiento de Lasarte-Oria (Guipúzcoa). El jurado lo eligió como ganador en la categoría de microrrelato en castellano entre los 154 que se presentaron al certamen.
   En la foto de abajo me podéis ver en el acto de entrega de premios, que tuvo lugar en la sala de conferencias del centro cultural Manuel Lekuona de Lasarte-Oria el sábado 23 de noviembre de 2013.
 

Los textos ganadores en microrrelato pueden leerse en el siguiente enlace:
http://www.lasarteoriasarean.eu/pdf/2013/literatura-sariak/liburuak/2013ko-Literatura-Sariak-Helduak-Mikrokontakizunak.pdf

martes, 5 de noviembre de 2013

La tasa


    


   El local es antiguo y está un tanto destartalado, por eso se ha puesto de moda entre los jóvenes que deliran que antiguamente fue almacén de vinateros o casa de verdugo; a mí me parece un lugar lóbrego y cutre, como recién sacado de una pesadilla de los ochenta: solo le falta una banda de pop al fondo y cientos de adolescentes escupiendo a la cantante con saña. No sé dónde piso, ni qué, pero tampoco me paro en eso. Pido un Martini doble con aceituna, que sirve tanto para un roto como para un descosido, vamos, que ni emborracha ni te convierte al instante en un panoli, y me concentro en recordar qué hago en un bar de las afueras, con una copa en la mano y tratando de encontrar un tema en común con la joven que me ha invitado a traspasar los umbrales de su templo sagrado. Cedo la originalidad a los guiones del cine y ataco de frente y con la guardia muy pero que muy alta:
    -Así que tú vienes mucho por aquí, ¿eh? Te debe de gustar mucho este rollo de la vieja movida para pasar aquí con tus amigos y tu novio las horas muertas, ¿no crees?

    La chica, porque sea muy guapa y hasta sexy, no tiene por qué ser también ingenua e inexperta, y me mira atentamente sobre sus piernas de largo infarto, como quien no sabe si perdonarme la vida o dispararme directamente al corazón, prediciendo ya dónde caerá la sangre y qué forma adoptará sobre el suelo:
    -Sí, mucho, es fácil encontrarme por aquí. Siempre me ha gustado la pátina que deja el tiempo en las cosas antiguas (me mira con lujuria), el brillo de los ojos achispados de alcohol de mis amigos (me observa esgrimiendo una gran sonrisa) y la felicidad que tiene mi novio cuando entra por la puerta y comprueba que, como esperaba desde el primer estremecimiento de la carne, estoy sentada en mi banqueta, apurando mi copa y abierta al mundo (me atrapa como a un insecto y me traspasa con un alfiler, mientras yo le sonrío atónito y celoso).
    Es ese el preciso instante en el que decido que ni yo soy demasiado viejo para ella, ni ella es demasiado joven para mí. Que esta ya sabe con quién se está jugando los cuartos. Que no está bien que yo parezca una marioneta en sus manos por aquello del qué dirán y que ya pasó el tiempo de que me chupe solo el dedo. Ya sé que no es políticamente correcto, que no está bien y que mañana me corroerá la culpa, pero eso será mañana y yo ya seré otro, ajeno para siempre al Barrabás que ahora me siento.
    Si el planeta está lleno hasta los bordes de políticos corruptos, jueces prevaricadores, curas hipócritas, banqueros usureros, pacifistas violentos y policías comprados, qué más dará, me digo a mí mismo paladeando el Martini, que un pobre diablo como yo, a mis cuarenta recién cumplidos, casado y con hijos, felizmente asentado en mi vida laboral y social, solidario y deportista, bien considerado y con carrera por delante, eche una canita al aire; a quién le va a importar si al fin y al cabo lo que suceda no va a salir de aquí, de estas cuatro paredes que ni siquiera son de este siglo. Así que, habiendo decidido quién será la víctima y quién el inocente, me lanzo a fondo contra la ética y la educación en valores que tanto propugno de ocho a tres:
    -A mí me harías muy feliz también si supieras apreciar la experiencia de mis manos, la suavidad de mis labios, el roce sublime de mi piel en tu piel. Y te recompensaría, claro, muy bien; te daría lo que me pidieras, con tal de que nadie más lo supiera nunca jamás.
    -Eso está hecho, profe. Una matrícula de honor a final de curso en Derecho Civil III me vendrá de maravilla, que están muy caras las tasas de matrícula universitaria y necesito recortar gastos sí o sí.
    Me sale un poco caro el negocio, pero qué importa después de todo. Siendo la tercera matrícula que doy así este curso, aún me quedan dos más por adjudicar.