Retumban
los cimientos del teatro, acallan
las
voces de la casa, tiemblan las notas de ángeles
y
victorias. A su paso, se humillan los fresnos
y
saludan como peonzas musicales los cipreses
de
líneas rectas. Cortan la noche con silbidos
metálicos,
nacidos de la venganza. Ignoro
su
origen, del mismo modo incoherente en que desconozco
mi
destino. A veces van, y tu fragancia de ciudad
grande
me recibe; a veces, me reclaman un universo
limpio
y tiempo para besos. Son de mi carne.
En
un tiempo seco pacté con ellos una costumbre
sin
palabras, que sellé por carta. Saldo ahora
las
deudas recientes y me dejo dormir a tu lado
en
el asiento de turista. Pero no me beses.
No
me apadrines la luna que esta noche me sobran
los
pétalos de agua, los lotos de los trenes efímeros
que
pasan y desvelan. Así que duerme, tu mano en mi cintura,
plácidamente.
Viajemos lejos, juntos,
siempre.------------------------------------------------------------------------------------------------
Este poema pertenece a "Es de altanería" y está incluido en mi libro "Los útiles del alquimista" publicado por la Fundacion María del Villar Berruezo en el año 2010.
Que bonito, me encanta... Besos.
ResponderEliminarCobra un nuevo matiz en la tercera lectura que antes no había captado, como los buenos escritores. Muy bonito.MOA.
ResponderEliminarResulta difícil escribir algo después de la emoción que me produce el poema; muchos de ellos me producen emoción.. ¡Pero este va de trenes, y los trenes tienen tanto que ver en tu vida y la mía!
ResponderEliminar1Qué voya decir yo, si me está dedicado, pero más allá de so, mucho más allá, recomiendo vivamente la lectura y la compañía de "Los Útiles del Alquimista".