LÍNEAS YUXTAPUESTAS
Yo sé que se han parado en estos cables
las aves que marcharon hacia el sur,
buscando la bonanza en el invierno.
Y también que después, de vuelta al norte,
se han orientado libres en el aire
escrutando las líneas paralelas.
Como si fueran postes del telégrafo,
como si acaso fueran pentagramas,
los olivos dibujan desde el suelo
un mapa de avenidas musicales.
Las aves solo tienen que seguirlo,
dejándose guiar por la nobleza
de quien todo lo da por nada a cambio.
¡Olivos que tenéis brazos abiertos,
generosos mojones del camino!
UNIÓN COPULATIVA
En las tardes de niebla, en la distancia,
cuando los sueños guardan los trujales
y los labriegos miran solitarios
la triste soledad de los barbechos,
triunfa el invierno como un amo viejo.
Se ha detenido el mundo bajo el frío,
como si muchas vidas se secaran.
Los olivos parecen dibujarse
como líneas oscuras en la tierra,
trazando un horizonte de esperanza.
Si acaso semejara que están muertos,
es tan solo un reposo transitorio:
los olivos habrán de dar su fruto,
habrán de recogerlo los braceros,
cuando impere el estío en las colinas.
ANTE LA ADVERSATIVA
Los troncos se retuercen
en su mundo
de vientos azuzados por jinetes,
elevando sus ramas victoriosas
más allá del perfil de las arenas.
Vienen de un mundo árido y reseco,
con su carga de años y de frutos;
nos traen la memoria del pasado,
la insobornable fuerza del guerrero,
el misterioso canto de los dioses.
Los olivos entonan en las tardes,
cuando el rumor del agua es un arcano,
una danza furiosa contra el aire
que pretende robar sus sueños viejos;
resisten, sin embargo, a los embates
y surgen como héroes del tiempo,
para traer noticias de la aurora
y permitir el triunfo de las alas.
En su ascensión hay un rumor de estrellas
que cobija las ansias del océano.
¡Quién fuera olivo, quién superviviente
de esta guerra larvada contra el cierzo!
Yo me siento orgulloso de su danza.
CONDICIONAL POSIBLE
Si acaso me perdiera en
la penumbra
de los mundos oscuros de la urbe,
y no pudiera verte con mis ojos,
si acaso confundido te olvidara
sumergido en las noches del asfalto,
y no pudiera amarte con mis besos,
si acaso un día yo te traicionara
con los cristales verdes de la aurora,
y ya no recordara tu memoria,
si algún día llegase ese momento,
porque la carne es débil y no tiene
la misma fortaleza que tu savia,
perdóname, olivo centenario,
no me juzgues por vano, que soy tuyo,
y ofréceme tus frutos y tus hojas:
dame la luz en ese día oscuro,
dame tu verde, dame tu armonía.
SUBORDINACIÓN FINAL
¿Para qué tanto esfuerzo? ¿Tú lo sabes?
¿O acaso aún lo ignoras como yo
lo ignoro? ¿Para qué la resistencia
contra el viento, tu danza contrahecha,
las ramas bordeando los caminos,
el furioso granar del fruto verde,
el presentido aroma del aceite?
Mi memoria se llena con tu nombre:
huerto de olivos, palmas, multitudes,
óleos sagrados para la esperanza,
la lechuza volando por la iglesia,
quemándose en las lámparas el luto.
¿Para qué tanto esfuerzo? ¿Tú lo sabes?
¿O acaso te callas por respeto
de quiénes no sabemos todavía
que tu destino es alto, como el cielo?
2º premio del XXXIV Certamen de Poesía del Ayuntamiento de Cheste, 2007